HorariosDirecciónArquitectos guía
Tipo de Visita
Visita guiada sin inscripción previa
Descripción
Port Saplaya nace a principios de los años 70 como un proyecto de colaboración entre un grupo de empresarios y los propietarios de los arenales cercanos a la playa de Alboraia. La mayoría de los dueños de los campos junto al mar, se adhirieron al proyecto.
En aquella época la playa era de difícil acceso y por este motivo, a pesar de estar a 4 kilómetros de València, no era utilizada para el baño.
El proyecto, inspirado en diversas urbanizaciones de la Costa Azul en Francia y la Riviera en Italia, principalmente Port Grimaud en el golfo de Saint Tropez, consistió en construir un puerto o dársena rodeada de viviendas individuales en las que cada vecino pudiera tener su barco atracado en la puerta de su casa.
En los años 70, las urbanizaciones junto al mar consistían en enormes bloques de apartamentos. Port Saplaya, con su puerto, fue única en su género.
Port Saplaya (en valenciano Port Sa Platja, es decir, Puerto su playa), contó pues desde su inicio con un puerto interior con salida al mar. El pequeño puerto está integrado por muelles rodeados de casas adosadas y pintadas de colores cálidos, de forma que la dársena permite llegar con las embarcaciones a las puertas de las casas, como en una “pequeña Venecia”.
El urbanismo de Port Saplaya es bastante peculiar, dado que consiste principalmente en una doble línea de edificaciones que, desde la playa, envuelven totalmente al puerto, que se halla en el centro geográfico de la población y al que solo se puede acceder peatonalmente. La urbanización está articulada por dos plazas, la Plaza Mayor en la zona sur y la Plaza de la Senyoria en la zona norte, abiertas en un lado y porticadas en los otros tres, situadas en cada uno de los extremos de la población. Los paseos marítimos, a su vez, se encuentran separados en dos (norte y sur) por la boca del puerto, que accede al interior de Port Saplaya.
Toda la población es peatonal, rodeada por una única vía en la que está permitida la circulación rodada por la que se accede a los garajes, todos ellos subterráneos. El plano nos recuerda una ciudad medieval o una medina árabe, callejones estrechos, irregulares, pequeñas plazas, recodos con bancos a la sombra, atzucats al más puro estilo norteafricano… el conjunto está concebido para la tranquilidad y bienestar de sus habitantes y visitantes, sin perder nunca de vista el Mediterráneo.
Llama la atención el colorido de las fachadas, ocres, sienas, rojos caldero, granate… todos colores de tierras, que evocan el Mediterráneo. Fueron elegidos con esmero, emparejados con mimo por la interiorista Agnès Borel, que se encargó igualmente de la elección y colocación de toda clase de detalles que conforman el encanto del enclave.
La mayoría de los balcones de hierro de las casas individuales son antiguos, nos encontramos con una pequeña fuente en un rincón, una placa de azulejos en otro, bancos y un pozo de piedra, gárgolas vierteaguas, detalles decorativos de barro cocido…
Todos los pavimentos de los soportales de las plazas son de barro cocido. De igual manera, plantas y flores añaden frescura al ambiente constituyendo un conjunto evocador, apacible y tranquilo, protegido, aunque abierto al mar que es su razón de ser.
Autores
Libertas 7 S.A.–FICSA Vivienda Segura