Descripción
El Museo de las Ciencias tiene una dimensión tan grande que precisaba de unos espacios cerrados donde ubicarla programación de las exposiciones temporales, dotados de control autónomo de temperatura, humedad y ventilación, además de una iluminación museística versátil. Todo ello con el fin de exponer objetos valiosos, tales como papiros, huesos de dinosaurio, pinturas, robots de última generación u otros elementos que requieran unas medidas excepcionales de conservación.
Los dos recintos expositivos realizados hasta la fecha tienen 1000m2 y 500 m2, y se sitúan ambos en la planta primera, con plantas eminentemente lineales acordes a los recorridos que suelen precisar las exposiciones temporales.
En el edificio original diseñado por Santiago Calatrava predominan las formas orgánicas y el color blanco. Los nuevos pabellones se resuelven con volúmenes que contrastan ante la monumentalidad imperante, a modo de cofres que custodiarán los preciados elementos a exponer. Cajas sencillas forradas con chapa de acero al natural, troquelado con diversos patrones retroiluminados con luz LED de color según el contenido que requiera cada ocasión.
Las esquinas contorneadas suavizan los cuerpos dialogando con el entorno. Entre ambos pabellones se formaliza una calle de acceso, donde las entradas a los mismos están marcadas por chapones que sobresalen del plano de fachada en dinteles y jambas, flanqueados por esbeltas hornacinas preparadas para mostrar la publicidad de cada evento. En ocasiones será en papel de gran formato, y en otras, pantallas de plasma integradas tras los vidrios de cerramiento practicables para su colocación. Estas fisuras se repiten en diversas alturas dotando a la fachada de un movimiento que acompaña al ritmo de las perforaciones retroiluminadas. En el caso del pabellón más grande, se trata de círculos de varios tamaños, mientras en el pabellón menor, son bandas vertical esparalelas de diversas longitudes.
Cada pabellónes flexible, disponiendo de varias entradas que permiten la subdivisión interioren diferentes exposiciones. El techo no ocultalas instalaciones, que son vistas, ni las vigas metálicas alveolares que lo sustentan, quedando todo el conjunto en un segundo plano al estar todos los elementos pintados en negro, estando el plano inferior marcado gracias a los carriles de iluminacióna la altura de las paredes envolventes. Estos carriles están electrificados para permitir distribuir los focos de óptica diversa con total libertad para cada actividad museográfica. Se hizo un diseño específico de paneles móviles ensamblables entre sí para dividir en salas y recorridos, dotados incluso de electricidad y datos.
Todas las instalaciones se encuentran en cubierta, ocultas tras un peto perimetral que sirve de coronación a toda la fachada, formalizado con la misma modulación que el resto de chapas, quedando éstas rigidizadas gracias al plegado de sus extremos verticales, que sirve a la vez para fijarlas en la subestructura metálica anclada a la estructura principal de pilares y zunchos de acero, todo un mecano resuelto gracias a la sistematización. Como anécdota, la cubierta está impermeabilizada en previsión de cualquier filtración de agua proveniente, bien de las instalaciones que contiene, bien desde el edificio del museo, evitando así cualquier daño al interior que pudiera afectar a las piezas expuestas. Los cerramientos exteriores están aislados térmicamente para garantizar las mejores condiciones climáticas interiores y la eficiencia energética. Y acústicamente, para que el ruido proveniente del resto del museo no afecte al espectador en su visita a exposición temporal, y al revés, que tampoco un medio audiovisual produzca molestias al exterior.
Autores
Murad García Estudio
Fecha
2017
Links
https://muradgarcia.com/portfolio/pabellones-en-museo-de-las-ciencias-2/