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Descripción
Ubicada en un en clave de gran belleza y valor paisajístico, frente al mar Mediterráneo, la casa Sardinera descansa en la cima de una ladera. El planteamiento inicial del proyecto se basa en aprovechar y potenciar las vistas panorámicas de su emplazamiento, generando un entorno de contemplación y relax que permita disfrutar de la experiencia que el lugar ofrece.
Un conjunto de muros de hormigón blanco se disparan en diferentes direcciones, comprimiendo y expandiendo las visuales, generando múltiples escenas. Los planos verticales quedan acotados por largos voladizos horizontales que se extienden buscando el mar, generando porches que delimitan el extenso espacio de la terraza. Por su sistema constructivo, los voladizos no se apoyan en los muros, sino que se encajan entre ellos, aumentando la tensión visual y creando sensaciones contradictorias entre masividad y liviandad.
La casa ofrece una imagen contrapuesta en sus dos fachadas longitudinales. La de acceso, más hermética y opaca, se protege mediante un sistema de lamas orientables y motorizadas de madera de accoya blanqueada. A la vez que se protege del soleamiento, se veta la visibilidaddes de la calle.
Sin embargo, la fachada este es mucho más permeable y transparente. Los planos verticales de hormigón se cierran mediante grandes paños de vidrio, que quedan resguardados gracias a los voladizos y a unas sinuosas cortinas textiles que aportan carácter mediterráneo y etéreo. Las vistas hacia el exterior quedan enmarcadas entre los planos de arquitectura y el agua de la piscina, recortada hacia el horizonte.
La vivienda tiene un fuerte carácter tectónico gracias a la expresividad de los materiales empleados. Se ha conseguido que las texturas del hormigón blanco entablillado y de la madera blanqueada se asemejen tanto que en ocasiones llegan a mimetizarse.
En el hormigón se aprecian las texturas producidas por la huella de los encofrados de madera, entablando un lenguaje de continuidad y armonía con la propia madera velada en blanco, utilizada en lamas, techos y mobiliario.
Los muros de mampostería de piedra del lugar forman la base sobre la que emergen los volúmenes de hormigón blanco, sirviendo de enlace con el terreno. La casa refleja el proceso de construcción. Todos los elementos estructurales son de hormigón visto, mientras que los cerramientos son de madera y vidrio.
El acceso se realiza a través de un volumen a doble altura, cuyos muros laterales focalizan la vista hacia el mar, ofreciendo el primer contacto del visitante con el horizonte.
En la planta baja se disponen las estancias de día, formando parte de un conjunto continuo, articulado por los muros de hormigón blanco. En los intersticios resultantes se introducen elementos vegetales que trasladan el jardín al interior de la casa. Cada estancia cuenta con un porche abierto al horizonte.
El salón adquiere un protagonismo y una dimensión singular, una esquina de vidrio de seis metros de altura enmarca las mejores vistas al mar. A lo largo de toda la casa se generan múltiples espacios desde donde contemplarlo tanto desde cada una de sus estancias interiores como de sus espacios exteriores.
En cada uno de los volúmenes de planta primera se ubica un dormitorio. En lugar de ofrecer vistas frontales acotadas por los muros, se ha decidido generar esquinas de vidrio que logran visuales panorámicas mucho más interesantes. Cada habitación cuenta con un pequeño balcón de vidrio a modo de mirador, retirado del perímetro del voladizo, con el fin de reforzar la potencia visual de los planos horizontales.
Autores
Ramón Esteve
Fecha
2014
Links
https://www.ramonesteve.com/arquitectura/residencial/casa-sardinera/