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Descripción
El propietario de la vivienda, viajero, políglota, emprendedor, nos solicitó a varios estudios de arquitectura como transformar su vivienda en algo especial, que pudiese incluso reflejar las cualidades anteriores.
El inmueble ya fluía un cierto carácter, había pertenecido a sus abuelos, además de estar en un emplazamiento singular, el Ensanche de Valencia, con cualidades ocultas susceptibles de poner en valor.
Resultamos adjudicatarios del concurso, con una propuesta de espacio diáfano único para toda la zona de día, bañado por la luz natural de la fachada y toda la adicional ganada a los patios interiores del edificio.
El resultado formal nace del equilibrio entre la sinceridad constructiva del contenedor, manifestada a través de sus techos pintados, del ladrillo macizo de las paredes y del hormigón visto de los pilares y las vigas; y la nueva arquitectura, resuelta únicamente con dos materiales.
Por un lado, el vidrio. Conforma los cerramientos de la zona de noche, es decir, habitaciones y aseos, así como el patio acristalado y el gran ventanal de la habitación principal, protagonista de esta estancia al estar resuelto como un gran mosaico que a la vez sirve de final de perspectiva del distribuidor central.
Por otro lado, la madera. Presente al natural en el pavimento general de roble, y en su versión lacada, en los frentes del mobiliario del estar-comedor-cocina, de los aseos y de las habitaciones. Las armariadas están acabadas en un suave color topo, rematadas con un ribete más oscuro, que enfatiza la continuidad espacial de todo el volumen.
En toda la vivienda se escucha el diálogo constante entre pasado y presente, contraste que enriquece visualmente el espacio, acompasado por las lámparas colgantes de color negro que hay en todas las estancias. De manera idéntica lo hace la campana extractora azabache sobre la isla infinita de la cocina, mimetizada en el ambiente, en consonancia estética con la chimenea, el conducto de climatización y los marcos de las ventanas, acabados todos ellos también en metal oscuro.
Cada detalle emana la esencia del lugar. La puerta de acceso es la original. La bodega se sustenta en el ladrillo histórico, iluminada de forma indirecta por tiras LED, de la misma manera que se bañan el resto de este tipo de paramentos. El nombre AK46 proviene de un mural de neón rojo presente en la casa, cuyo autor es el artista Diego Gimeno. Emula al fusil de asalto diseñado en 1946 por Mijail Kalashnikov, una versión previa del AK-47, famoso por ser durante años el arma oficial del ejército ruso. La mesa de billar, tapizada en el mismo color rojo del logo de AK46, al que acompaña, funcionando este dúo como el corazón latente que alimenta al resto de la casa.
Autores
Arquitectos: Murad García Estudio.